YU HUA (CHINA,1960)

0f1073cafcd1efbf6109dc5870a9452a1f1e3b59219d155bec985e86f130af7f

YU HUA

33b94ad5b8ea792efb91bf61dfd4cc6b80f40393ae417c3b521e414c09715a22

portada-con-el-nombre-en-chino1 yuhua YuHuaHajin

YU HUA (CHINA,1960)

Escritor chino nacido en Hangzhou (Zhejiang). Estudió Odontología y durante cinco años estuvo ejerciendo como dentista, antes de decantarse definitivamente por la literatura en 1983. Tanto ¡Vivir! (1992) como Crónica de un vendedor de sangre (1995), fueron elegidas entre las diez novelas más influyentes en China en la década de los noventa. El director y fotógrafo chino Zhang Yimou llevó al cine ¡Vivir! en 1994. Yu Hua es también autor de diversos relatos y ensayos. Gritos en la llovizna (2003) y Brothers (2005) son dos de sus novelas importantes. Fue el primer escritor chino galardonado con el James Joyce Foundation Award, en el año 2002. Actualmente vive en Pekín.

88f91563bb5db308a976bba7112302800153d44e7acc0364783a0ce5c4026efe401e3f200784ebac7d13cd17d03f1daf702da5732871318c5a01778c323f85d1

TEXTOS :

 

Yu Hua
Brothers (fragmento)

“ Lin Hong estaba completamente inmersa en su felicidad. Su apuesto marido la llevaba todas las mañanas a la fábrica de géneros de punto en su bicicleta Eternidad, brillante y a la moda. Cuando se internaba en la fábrica, se volvía repetidas veces para ver a Song Gang de pie junto a la bicicleta, diciéndole adiós con la mano. Cuando salía de la fábrica a última hora de la tarde, él la esperaba, sonriendo ampliamente. Lin Hong ignoraba que él estaba ayudando a Li Guangtou, y cuando lo descubrió, Song Gang llevaba haciéndolo un mes.
La primera vez que Lin Hong se dio cuenta de que el dinero y los cupones de cereales faltaban del bolsillo de Song Gang, sonrió para sí y, sin decirle nada, los reemplazó por otros veinte centavos y otros dos cupones de cereales. Song Gang estaba cerca y tampoco dijo nada, aunque la sonrisa cordial de ella lo hizo sentir muy incómodo.
Lin Hong seguía ignorando que Li Guangtou se apropiaba diariamente del dinero y de los cupones de cereales de Song Gang. Todos los días, sin falta, sustituía el contenido de los bolsillos de su marido. Al principio estaba encantada porque parecía que él cuidaba mejor de sí mismo, y por fin había reconocido que cuando tenía hambre debía comprarse algo para comer. Pero poco a poco empezó a encontrar extraño que hubiera pasado de no querer nada a gastarse todo lo que llevaba consigo, sin conservar siquiera el cambio. Consideraba que, con independencia de lo que comprara para comer, al menos debería quedar algo de vuelta. Lo miraba con recelo, pero él evitaba su mirada. Por último, se lo preguntó directamente:
-¿Qué comes todos los días?
Song Gang abrió la boca, pero de ella no salieron palabras. Lin Hong repitió la pregunta, él se limitó a mover la cabeza y dijo que no había comido nada. Ella se lo quedó mirando atónita, pero él de nuevo evitó su mirada. A desgana, confesó:
-Se lo he dado todo a Li Guangtou.
Lin Hong se quedó sin habla en medio de la habitación. Sólo entonces recordó que Li Guangtou se había convertido en un mendigo, porque hasta ese momento había olvidado completamente su existencia. Su mundo lo ocupaba solamente Song Gang, y ahora aquel cabrón de Li Guangtou se metía por medio una vez más. Cuando Ling Hong calculó que en el transcurso del último mes Li Guangtou se había quedado con unos seis yuanes suyos, no pudo contenerse y se puso a gritar. Repitiendo seis yuanes una y otra vez para sí, observó que si hubieran ahorrado esa cantidad, les habría bastado para vivir los dos un mes entero.
Song Gang bajó la cabeza y se sentó en el borde de la cama, incapaz de mirar a su esposa. No levantó la cabeza ni la miró a los ojos hasta que ella se echó a llorar y le preguntó cómo pudo hacer algo así. 

 

6194bfdc8a1a313cef54909a81041baa3130590bf468dc8f56712600ed8b697ea9cef2cf4f09bf7f840f506781de63e5

 

Yu Hua
¡Vivir! (fragmento)

“ Meses atrás había bastado una orden del jefe de equipo para destrozar las ollas, y ahora bastó también su orden para ir a comprarlas. El grano que quedaba en la cantina se distribuyó a cada familia según el número de miembros. Lo que nos tocó sólo daba para comer tres días. Y aún hubo suerte de que sólo faltara un mes para la cosecha del arroz; pero a ver cómo íbamos a aguantar ese mes.
En el pueblo, empezaron a dar puntos de trabajo a los labradores. Yo fui considerado un trabajador de fuerza, y me dieron diez puntos. Si Jiazhen no hubiera estado enferma, le habrían dado ocho, pero tal como estaba sólo podía con tareas fáciles, así que no le dieron más que cuatro. Menos mal que Fengxia ya era mayor. Para ser mujer, era muy fuerte, así que cada día le daban siete puntos.
Jiazhen sufría pensando que sólo había conseguido la mitad de puntos, no se le quitaba de la cabeza. Siempre tenía la sensación de que podía con el trabajo más pesado, y hasta fue varias veces a decírselo al jefe de equipo. Le decía que sabía que estaba enferma, pero que de momento todavía era capaz de hacer trabajo pesado.
-Dadme los cuatro puntos –decía- cuando de verdad ya no pueda.
El jefe de equipo se lo pensó y consideró que tenía razón.
-Entonces ve a la siega del arroz –le dijo.
Jiazhen fue a los arrozales con su hoz. Al principio, trabajaba muy rápido, tanto que al verla pensé que el médico se había equivocado. Pero, cuando acabó la primera hilera, ya se tambaleaba un poco; y al segar la segunda ya iba mucho más lenta. Fui a verla y le pregunté:
-¿Estás bien?
Tenía la cara toda sudada.
-Ocúpate de lo tuyo –me regañó poniéndose derecha-. ¿Para qué vienes?
Jiazhen tenía miedo de que, al ir yo a verla, los demás se fijaran en ella.
-Tienes que cuidarte –le dije.
-Vete ahora mismo –me dijo muy nerviosa.
No me quedó más remedio que alejarme, moviendo la cabeza. Al poco rato, oí un ruido, ¡patapum!, y pensé: “Malo.” Levanté la cabeza, vi que se había caído al suelo, y fui hasta ella. Aunque se había levantado, le temblaban las piernas. Además, al caer se había dado con la hoz en la frente y le salía sangre. Me miró y forzó una sonrisa. Yo, sin decir nada, la levanté a caballo y fui hacia casa. Ella no se resistió, pero, a medio camino, se echó a llorar. 

FUENTE: http://www.epdlp.com

 

a54af1ed7599ebc535c9ae3c8a9af60fa973e0aeed0013ba7bb4159ef09558caf572854c5eb0e1c767dcb60c99858c9c

 

 

RELATED ARTICLES

YU HUA (CHINA,1960)

0f1073cafcd1efbf6109dc5870a9452a 1f1e3b59219d155bec985e86f130af7f

YU HUA

33b94ad5b8ea792efb91bf61dfd4cc6b 80f40393ae417c3b521e414c09715a22

YU HUA (CHINA,1960)

Escritor chino nacido en Hangzhou (Zhejiang). Estudió Odontología y durante cinco años estuvo ejerciendo como dentista, antes de decantarse definitivamente por la literatura en 1983. Tanto ¡Vivir! (1992) como Crónica de un vendedor de sangre (1995), fueron elegidas entre las diez novelas más influyentes en China en la década de los noventa. El director y fotógrafo chino Zhang Yimou llevó al cine ¡Vivir! en 1994. Yu Hua es también autor de diversos relatos y ensayos. Gritos en la llovizna (2003) y Brothers (2005) son dos de sus novelas importantes. Fue el primer escritor chino galardonado con el James Joyce Foundation Award, en el año 2002. Actualmente vive en Pekín.

88f91563bb5db308a976bba711230280 0153d44e7acc0364783a0ce5c4026efe 401e3f200784ebac7d13cd17d03f1daf 702da5732871318c5a01778c323f85d1

TEXTOS :

 

Yu Hua
Brothers (fragmento)

» Lin Hong estaba completamente inmersa en su felicidad. Su apuesto marido la llevaba todas las mañanas a la fábrica de géneros de punto en su bicicleta Eternidad, brillante y a la moda. Cuando se internaba en la fábrica, se volvía repetidas veces para ver a Song Gang de pie junto a la bicicleta, diciéndole adiós con la mano. Cuando salía de la fábrica a última hora de la tarde, él la esperaba, sonriendo ampliamente. Lin Hong ignoraba que él estaba ayudando a Li Guangtou, y cuando lo descubrió, Song Gang llevaba haciéndolo un mes.
La primera vez que Lin Hong se dio cuenta de que el dinero y los cupones de cereales faltaban del bolsillo de Song Gang, sonrió para sí y, sin decirle nada, los reemplazó por otros veinte centavos y otros dos cupones de cereales. Song Gang estaba cerca y tampoco dijo nada, aunque la sonrisa cordial de ella lo hizo sentir muy incómodo.
Lin Hong seguía ignorando que Li Guangtou se apropiaba diariamente del dinero y de los cupones de cereales de Song Gang. Todos los días, sin falta, sustituía el contenido de los bolsillos de su marido. Al principio estaba encantada porque parecía que él cuidaba mejor de sí mismo, y por fin había reconocido que cuando tenía hambre debía comprarse algo para comer. Pero poco a poco empezó a encontrar extraño que hubiera pasado de no querer nada a gastarse todo lo que llevaba consigo, sin conservar siquiera el cambio. Consideraba que, con independencia de lo que comprara para comer, al menos debería quedar algo de vuelta. Lo miraba con recelo, pero él evitaba su mirada. Por último, se lo preguntó directamente:
-¿Qué comes todos los días?
Song Gang abrió la boca, pero de ella no salieron palabras. Lin Hong repitió la pregunta, él se limitó a mover la cabeza y dijo que no había comido nada. Ella se lo quedó mirando atónita, pero él de nuevo evitó su mirada. A desgana, confesó:
-Se lo he dado todo a Li Guangtou.
Lin Hong se quedó sin habla en medio de la habitación. Sólo entonces recordó que Li Guangtou se había convertido en un mendigo, porque hasta ese momento había olvidado completamente su existencia. Su mundo lo ocupaba solamente Song Gang, y ahora aquel cabrón de Li Guangtou se metía por medio una vez más. Cuando Ling Hong calculó que en el transcurso del último mes Li Guangtou se había quedado con unos seis yuanes suyos, no pudo contenerse y se puso a gritar. Repitiendo seis yuanes una y otra vez para sí, observó que si hubieran ahorrado esa cantidad, les habría bastado para vivir los dos un mes entero.
Song Gang bajó la cabeza y se sentó en el borde de la cama, incapaz de mirar a su esposa. No levantó la cabeza ni la miró a los ojos hasta que ella se echó a llorar y le preguntó cómo pudo hacer algo así. 
«

 

6194bfdc8a1a313cef54909a81041baa 3130590bf468dc8f56712600ed8b697e a9cef2cf4f09bf7f840f506781de63e5

 

Yu Hua
¡Vivir! (fragmento)

» Meses atrás había bastado una orden del jefe de equipo para destrozar las ollas, y ahora bastó también su orden para ir a comprarlas. El grano que quedaba en la cantina se distribuyó a cada familia según el número de miembros. Lo que nos tocó sólo daba para comer tres días. Y aún hubo suerte de que sólo faltara un mes para la cosecha del arroz; pero a ver cómo íbamos a aguantar ese mes.
En el pueblo, empezaron a dar puntos de trabajo a los labradores. Yo fui considerado un trabajador de fuerza, y me dieron diez puntos. Si Jiazhen no hubiera estado enferma, le habrían dado ocho, pero tal como estaba sólo podía con tareas fáciles, así que no le dieron más que cuatro. Menos mal que Fengxia ya era mayor. Para ser mujer, era muy fuerte, así que cada día le daban siete puntos.
Jiazhen sufría pensando que sólo había conseguido la mitad de puntos, no se le quitaba de la cabeza. Siempre tenía la sensación de que podía con el trabajo más pesado, y hasta fue varias veces a decírselo al jefe de equipo. Le decía que sabía que estaba enferma, pero que de momento todavía era capaz de hacer trabajo pesado.
-Dadme los cuatro puntos –decía- cuando de verdad ya no pueda.
El jefe de equipo se lo pensó y consideró que tenía razón.
-Entonces ve a la siega del arroz –le dijo.
Jiazhen fue a los arrozales con su hoz. Al principio, trabajaba muy rápido, tanto que al verla pensé que el médico se había equivocado. Pero, cuando acabó la primera hilera, ya se tambaleaba un poco; y al segar la segunda ya iba mucho más lenta. Fui a verla y le pregunté:
-¿Estás bien?
Tenía la cara toda sudada.
-Ocúpate de lo tuyo –me regañó poniéndose derecha-. ¿Para qué vienes?
Jiazhen tenía miedo de que, al ir yo a verla, los demás se fijaran en ella.
-Tienes que cuidarte –le dije.
-Vete ahora mismo –me dijo muy nerviosa.
No me quedó más remedio que alejarme, moviendo la cabeza. Al poco rato, oí un ruido, ¡patapum!, y pensé: “Malo.” Levanté la cabeza, vi que se había caído al suelo, y fui hasta ella. Aunque se había levantado, le temblaban las piernas. Además, al caer se había dado con la hoz en la frente y le salía sangre. Me miró y forzó una sonrisa. Yo, sin decir nada, la levanté a caballo y fui hacia casa. Ella no se resistió, pero, a medio camino, se echó a llorar. 
«

FUENTE: http://www.epdlp.com

 

a54af1ed7599ebc535c9ae3c8a9af60f a973e0aeed0013ba7bb4159ef09558ca f572854c5eb0e1c767dcb60c99858c9c